Ha pasado casi un año y sigo anclada en esos recuerdos que tanto mal me hacen. Los pensamientos y porqués siguen rulando casi cada día por mi mente, a veces consigo rehuirlos y otras me envenenan por dentro. Y me veo que no avanzo, que no olvido. Pensé que al verte los pajaritos se irían volando, pero ha sido todo lo contrario, estaba bien, ahora vuelvo a pensar y darle vueltas a unas preguntas sin respuestas. Siento impotencia de saber que no hay remedio para enmendar el descosido, que solo debo seguir adelante y aguantarme con esos malos recuerdos, algún día espero que desaparezcan de mi cabeza, aunque aún no veo el final de este fatídico túnel, pero lo deseo, con todas mis ganas y lo intento, pongo de mi parte pese a no recibir ninguna ayuda externa, hoy día no.
Leo, percibo, veo y no comprendo, no entiendo nada en absoluto, es extraño, raro, diferente, demasiado diferente, irónico, maléfico, mal hecho. De un día para otro nada es igual y todo es completamente diferente, pasó tan rápido que acostumbrarse a ello resulta eterno, que paradoja. Como puede dar la vida un giro tan inesperado y pretender que haga como si nada hubiese ocurrido, ese es el consejo que me dan, que ilusos. Los problemas de los demás siempre serán de los demás, un error que cometí, hacerlos mios, ayudar, entender, animar, estar. Craso error. Un error que me pesa y envenena el cerebro, pues de nada sirvió el esfuerzo de comprender y vivir lo que no me correspondía, ahora lo sé, por ello se dice que de los errores se aprende, y si hay algo que haya aprendido de esta lección es que nadie es imprescindible y que no hay mejor acompañamiento que uno mismo, al fin y al cabo yo no me puedo traicionar a mi misma. La mejor ayuda, la más eficaz, está dentro de mi y solo yo puedo salir de este bache y comprender que hay cosas que por mucho que duelan no tiene solución, debo aprender a vivir con ello y seguir por el camino adecuado, es el único modo de ser feliz y seguir caminando siempre hacia delante.